Respuesta a: ¿Qué tan sustentables podemos ser?

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Claudio
Participante

¡Hola a todos y todas!!! Escribo desde el barrio de Villa Devoto, en la Capital Federal, que es una zona donde el verde todavía sigue siendo un color que enfrenta al cemento y al mal llamado progreso entendido por las autoridades del Gobierno de la Ciudad que desde 2007 hicieron lo posible para que el espacio público porteño fuera lo más invivible posible. Estoy a 13 cuadras del gran parque de la Agronomía y unas 20 cuadras de otro gran parque, La Isla de la Paternal, donde el macrismo pretende construir un conjunto de 14 torres de 15 pisos en pleno parque que está siendo resistido por la comunidad y la ciudadanía en general.

Dicho esto, queda claro que participo en las actividades en defensa del espacio público verde que ha logrado -hasta el momento- frenar este descabellado negocio inmobiliario entre las empresas constructoras y las autoridades de la Ciudad.

Desde los tiempos en que iba de vacaciones con mis padres -de pibe y de adolescente-, ya sea a las sierras, a la montaña, al campo o al mar, siempre me preocupó la despreocupación de los turistas por la limpieza de los ríos y el mar, de los caminos y de cualquier espacio verde que recibiera la agresión humana en la forma de plásticos, botellas, cartones, papeles y otros residuos. Recuerdo que con bolsas que siempre teníamos a mano mi familia en el auto, en el bolso o donde fuera, ademásd de la protesta que podía compartir con mis padres, hacía la tarea que los desaprensivos turistas no hacían. Conciencia de familia, diría.

Con los años fui profundizando esa visión sobre el medio ambiente, es parte de una postura ideológica de respeto por la Naturaleza en el cuidado y en no aceptar el derroche de recursos no renovables y de aquellos renovables también.

En el hogar hago separación de residuos desde que en la Ciudad se implementaron los Puntos Verdes y los contenedores verdes. Por otra parte, procuro no contribuir al incremento de la basura a partir de la compra de la fruta y la verdura en las verdulerías en forma suelta, sin envoltorios. Utilizo bolsas de compras denominadas ecológicas. Lo mismo en el caso de la carne, trato de no hacer compras en supermercados ni en negocios donde el packaging esté por encima del producto.

El papel se emplea para su uso en ambas caras, a partir de ahí se descarta en el punto verde. Uso digital de la papelería en términos generales. Lo mismo con el cartón y elementos similares que se arrojan en el punto verde, aunque procuro consumir lo mínimo posible en negocios formales, apunto a la compra en ferias barriales, ferias artesanales y otros puntos de la economía popular.

No acompaño la locura consumista reforzada desde la publicidad que consumimos en los medios y redes sociales, y cuando una prenda de vestir ya no se usa más se la reemplaza por otra, si está en buen estado la paso a quien la necesite en su uso sino la destino a un punto verde. Por supuesto que me gusta comprar prendas de vestir, pero siempre para su uso y no para que queden colgadas y guardadas en el placard.

Todas las bolsas plásticas se usan una y otra vez, hasta que terminan en el punto verde. Las más chicas pueden ser empleadas en la recolección de la materia fecal del perro, Nada se tira en primera instancia.

El uso del agua para el consumo diario se hace en forma racional, sin derroche alguno tanto a la hora de la ducha como en la limpieza de la ropa, de los utensillos y elementos de la cocina. Siempre un consumo adecuado, sin canilla abierta sin ton ni son.

No hago distingo entre la casa, el trabajo y el barrio. La postura es la misma. Es un pensamiento, es una ideología de vida. No es lo que haría, es lo que hago. Sin lugar a duda, siempre habrá lugar para mejorar y replantear mayores cuidados al medio ambiente, a nuestra casa común que es el planeta Tierra.